Un ejercicio entre texto e imagen que se renovó semanalmente.

En cada uno hay un microrrelato disparado por una imagen, o una imagen que surge de un microrrelato.

Diego Axel Lazcano

 

Artista Visual y Diseñador Gráfico. Participa en exposiciones y convocatorias colectivas de artes visuales. Edita publicaciones independientes.

Participó en "…xyzA-Cdef…" antología de poesía visual argentina y catalana (Tiempo Sur, Associació Cultural de Poesia Pont del Petroli,  Badalona - Buenos Aires 2019)

Silvina Gruppo

 

Es licenciada en Letras (UBA) y docente en la Licenciatura en Artes de la escritura (UNA). Coordina talleres de narrativa. Organizó la parte literaria del libro interdisciplinario 3 historias en 1 clic, de la Fundación PH 15. (Fa editora y 27 Pulqui, 2018). Su primera novela, Oeste, fue publicada en Argentina (Conejos, 2019) y en Uruguay (Ediciones de la Banda Oriental, 2020)

Juntos crearon y editaron el proyecto 8cho Y och8

Escondite

 

En la quinta el tanque de agua estaba montado sobre una estructura de metal altísima. Siempre chorreaba un poco, así que las plantas le crecían armando una selva. El abuelo había puesto enredaderas y en poco tiempo se convirtió en una torre hueca con paredes de hojas. Pasábamos la tarde ahí adentro. Dormíamos siestas, éramos exploradoras, piratas, tarzanes y el día que vino Basilio, el hijo del jardinero, jugamos a la telenovela: él era el galán, mi hermana la heroína, yo la villana y, entre los tres, imitamos besos y cachetazos hasta que las caras nos quedaron rojas.

Ya estábamos en la ciudad, en pleno año real, cuando nos enteramos de que una tormenta había hecho un desastre y había tirado abajo el tanque. Hubo cuchicheos y preocupación a nuestras espaldas, se respiraba aire fúnebre. Era injusto que los mayores sufrieran de esa manera, era nuestro escondite perfecto, no de ellos, no tenían derecho a ponerse tan tristes.

Volvimos a la quinta recién para las vacaciones de invierno. El tanque nuevo parecía ortopédico sobre un pie de cemento petiso y sin plantas. Lo odiábamos y andábamos desorientadas, no sabíamos muy bien qué hacer ni adónde meternos. Encontramos palas tiradas en el parque. El jardinero, andaba descuidado, se había puesto flaco, venía solo, balbuceaba y tenía olor ácido. Pobre borracho, murmuraban los mayores. Teníamos permiso para saludarlo, buen día don Vega y punto, no nos dejaban charlar con él.

Cavamos cerca del tanque nuevo. Buscábamos lombrices pero dimos con algo más duro y no paramos hasta que desenterramos un caparazón de tortuga. Insólito. ¿Había más animales? Para disimular la impresión, le hacía burla a mi hermana: tiraba besos y, con el bicho en la mano, le decía que era el espíritu de Basilio. Así la corrí hasta la casa, al grito pelado de “mi amor, soy Basilio”. La abuela nos frenó en seco. No llegó a ver el caparazón, tenía los ojos llenos de lágrimas. Quién les contó lo del chico, mocosas, con los muertos no se juega.

Gritos en el circo – Sellos sobre papel.

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