Un ejercicio entre texto e imagen que se renovó semanalmente.

En cada uno hay un microrrelato disparado por una imagen, o una imagen que surge de un microrrelato.

Diego Axel Lazcano

 

Artista Visual y Diseñador Gráfico. Participa en exposiciones y convocatorias colectivas de artes visuales. Edita publicaciones independientes.

Participó en "…xyzA-Cdef…" antología de poesía visual argentina y catalana (Tiempo Sur, Associació Cultural de Poesia Pont del Petroli,  Badalona - Buenos Aires 2019)

Silvina Gruppo

 

Es licenciada en Letras (UBA) y docente en la Licenciatura en Artes de la escritura (UNA). Coordina talleres de narrativa. Organizó la parte literaria del libro interdisciplinario 3 historias en 1 clic, de la Fundación PH 15. (Fa editora y 27 Pulqui, 2018). Su primera novela, Oeste, fue publicada en Argentina (Conejos, 2019) y en Uruguay (Ediciones de la Banda Oriental, 2020)

Juntos crearon y editaron el proyecto 8cho Y och8

Balance

 

El jazmín de Ana explotó en noviembre. El perfume dulzón la llenó de dicha, pero enseguida le hizo recordar que la primavera estaba agotada, rancia, que era hora de cerrar el año. La máscara de las mil posibilidades se veía grotesca en un almanaque pelado, ya está frito, me dijo. Ese mes y pico que faltaba le parecía tiempo muerto y ella se puso en rol forense. Estaba seria, concentrada, irritable. Hacía cuentas sin números. Debe, haber y saldo. Por alguna razón creía que salía mal parada. Sus logros eran grandes, pero se le desintegraban como la flor del jardín. Quería más, no había hecho lo suficiente, se torturaba, podría haber sido mejor.

Yo fingía indiferencia, le decía que las fechas eran pura superstición, que se relajara. Pero hoy, a último momento del último día del año, me urge organizar mis acontecimientos para levantar la copa sin culpa. Doy vueltas por la habitación mordiéndome la cola como un perro demente. Ana ya hizo su tarea, ahora estará en su casa con su pasado pisado, podrá fantasear mundos venideros. La envidio.

Estoy frente al espejo, en corpiño y bombacha. No sé por dónde empezar. Preferiría no sacar conclusiones, no tomar medidas, no saber de triunfos y derrotas. Cobarde, no te animás al arqueo, desafío a mi reflejo. Saco la balanza de debajo de la cama. Me subo. Aparece un número que soporto sin horror ni orgullo. No me dice demasiado, es una cifra indivisible, mi báscula no trae dos platillos y no puedo apilar de un lado lo bueno y del otro lo malo. Estoy ahí toda junta, con mi kilaje y mi año sin boletín de calificaciones. Mi marido abre la puerta y me mira. ¿Qué hacés? Balance, le contesto. Se ríe y se sube conmigo. El número enloquece. Pesado, le doy un codazo. La nena llega con disfraz de princesa. Nos escala. Somos una torre humana sobre una balanza que no sabe qué pesar, si kilos, tiempo o experiencias. El instante se nos escapa, pronto vamos a estar en movimiento, tratando de hacer cosas del modo más sin-cronizado que podamos encontrar.

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